El callos del Costeira empezó con el vino (véanse los efectos en Eduardo Benito). Salvo los callos y el arroz con leche, ya no soy capaz de recordar los nombres alucinógenos que adquieren los platos. La alucinación viene en el paladar, advierto, que no es crítica al nivel literario de los chefs (o lo que sean). Por favor, que alguien deje los nombres.
El contubernio acordó seguir a Chicho a León para hacer una juerga en una estrella Michelín a precios razonables (¿verdad que sí, Andrés?). Obviamente, ha de ser abierto y requiere un comité organizador. Se espera la autodesginación de varios vicepresidentes, pues la cosa es organizar horarios y trayectos además de menús.
En vista de las dudas quizá debiera hacerse un segundo callos este mes, para compensar las pérdidas sufridas en los anteriores. Pero a fin de mes tenemos un puentecito que no ayuda nada….